13-05-2009 PALACIO DEL POTALA Y NORBULINGKA
Esta segunda noche en Lhasa ha sido extraña. Me he despertado varias veces y he tenido sueños raros, casi visionarios, es algo que continuará durante los próximos dias. He soñado con mis sobrinos y con la hija de mi prima, que aun no han nacido, y los he visto con distintas edades...cuando me despertaba lo hacía con la sensación de que me faltaba el aire. Ambos notamos los efectos de estar a tanta altura. Barcelona está a 9 metros sobre el nivel del mar, Lhasa a unos 3.700. Tambien notamos una cierta presión en la cabeza, pero esto no nos va a parar...en principio.
Desayunamos donde la chica tibetana agradable y estresada. Nos hacemos entender con gestos a la hora de pedir el café y las tostadas. desayunamos con prisas por que nuestro guia y el chofer ya nos esperan. Volvemos a plantearnos la necesidad de chofer en Lhasa, ya que el Potala, que es una de nuestras visitas de hoy está a un cuarto de hora andando. ellos no lo entienden. Nosotros queremos patear las calles y no ir en todo momento escoltados. Con Mael repasamos el itinerario y vemos que al final del camino de la amistad, cerca de la frontera con Nepal, pasamos varios dias en poblaciones que distan una de otra pocos kilómetros y que realmente nos interesan menos. Además mañana deberiamos salir, en una ruta de dos noches, hacia el lago Nam-tso, un enorme lago salado que está a 4.500 metros de altitud, 1100 metros mas alto que Lhasa. Yo creo que aun no estamos preparados para emprender este viaje hacia el norte de Lhasa, pues ademas visitaremos monasterios que superan los 5.000 metros de altitud. La idea es proponerle a Lee Jack eliminar un dia de los que paramos en pueblos cerca de la frontera con Nepal y pasar un día mas en Lhasa para poder aclimatarnos y disfrutarla mas. Cuando se lo proponemos Lee Jack llama por telefono, consulta con el guia, consulta con el chofer...hablan durante tanto tiempo sin dirigirse a nosotros que parece que nos han olvidado...nosotros solo queremos un sí o un no y sin embargo ellos estan envueltos en una charla que a partir de ahora (quizas sea el caracter tibetano) siempre que planteemos algo se desarrollará igual. De echo en nuestra espera le digo a Mael que me recuerda al Camarote de los hermanos Marx. Las negociaciones ya siempre terminaran en esta escena de Camarote de los hermanos Marx, mas adelante como ya estaremos al borde de perder la paciencia para que nos digan algo y no dilaten su charla a tres con la que tenemos sensación de estar perdiendo el tiempo. la primera contestación de Lee Jack fue decirnos :"no posible". Nos recordó que nuestro permiso para visitar Tíbet era de 14 dias y que el 23 teníamos que estar en la frontera. Como no nos entendió lo volvimos a explicar...y vuelta al Camarote de los hermanos Marx. Nosotros no estabamos pidiendo un dia mas de ruta pedíamos cambiar uno del final por un dia mas en Lhasa. Al final tras mucho rato, lo entendió y de nuevo apareció su sonrrisa cínica y su: no poblem. Nos quedaba decirle que la idea era aprobechar ese dia de mas en Lhasa mañana, y dejar la salida hacia el lago para el día 15. Efectivamente un nuevo debate...¿saldríamos en algún momento a visitar el Potala?
Casi tres cuartos de hora mas tarde de lo planificado nos vamos al Potala (en Jeep, como no). Lo primero que nos llama la atención son los cientos de personas que se postran ante la puerta principal del Potala. Antigua casa del Dalai-Lama, encarnación en la tierra del buda de la compasión.
Era muy joven cuando leí por primera vez sobre la cultura tibetana y me interesé por el Bardo-thödol, por la reencarnación de los lamas y por los misterios de los oraculos, de la vida y la muerte en una región tan lejana. Cuando escuchaba la palabra "Potala" desde el cuarto de mi habitación en Fuente Carreteros mi imaginación se inflamaba y volava lejos...muy joven conocí tambien la injusticia vivida por este pueblo. Aquel lugar tan lejano está hoy frente a mi. Me emociono como un niño en una feria. La plaza megalomana que se extiende ante el Potala es tan grande como fea. En el centro ondea una bandera china custodiada por el ejercito así como un monumento a la revolución cultural. Una enorme pantalla de TV emite ininterrumpidamente publicidad y canciones que celebran el 50 aniversario de la "liberación" del Tíbet. Tras el potala se extiende un cuidado parque de estilo chino. Todo cuanto rodea al Potala son simbolos de ocupación, una aberración...sencillamente indecente.
Antes hemos pasado un control en el que lo principal era dejar cualquier cosa que pudiera probocar un incendio, ya que el interior del palacio tiene muchas partes construidas con madera.
Traspasamos la majestuosa puerta de entrada, subimos unas escaleras y llegamos a un patio al que se accedia pasando entre dos grandes tambores colgados del techo.
Una anecdota: desde aqui podemos ir a un cuarto de baño con letrinas que son una raja en el suelo con una cuerda colgando del techo para sujetarse, los desechos caen directamente por la ladera de la montaña, probablemente como hace mas de 50 años.
La pena es que ayer descubrimos que nuestro guia, un chico muy joven, probablemente es guia por su básico dominio del inglés, pero a pesar de ser una buena persona y muy religioso, no tiene demasiada idea a la hora de explicarnos cosas sobre religión, mitología o dioses. Ayer cuando en los monasterios veíamos alguna escultura de algún dios y le preguntábamos por él leía el nombre (que estaba bajo la estatua en inglés y en tibetano) e inmediatamente nos lo decia. Cuando le pediamos mas explicaciones utilizaba la palabra que para nosotros lo haría mas famoso: "protectors", y aqui terminaba la explicación. En vista de que nosotros llevabamos mas información de la que nos daba él, le pedí a Mael que le hiciera entender que nosotros solo lo necesitabamos para entrar a los sitios, pero que luego las cosas podíamos visitarlas solos. No lo aceptó. Yo decidí ir a mi bola y el bueno de Mael se quedó con él aunque me miraba mal por que decía que si lo escuchaba otra vez decir "protectors" rebentaría. A veces cuando entrabamos en alguna capilla hablaba con el monje que hubiese pidiendole una explicación sobre los dioses o lamas de esa capilla. Hablaban mucho rato y el monje señalaba a los dioses mientras daba explicaciones en tibetano. Nosotros aguardabamos todo aquel rato a escuchar la traducción de la explicación. Cuando el lama terminaba de hablar nuestro guia se volvía a nosotros señalaba a las estatuas y decía :"dioses protectors".
Total que nuestro guia de historia del tíbet no tenía ni idea y como no se puede hablar del actual Dalai Lama (estan prohibidas sus imágenes y la bandera del Tíbet) nada nos podía explicar. Sin embargo trajo a un amigo que explicaba mas cosas y temíamos que fuera un guia al que habría que pagar, no era así, pero si que tenía una tienda de antiguedades que querría que visitaramos, le explicamos que nosotros solo estamos interesados en ver monumentos, en pasear y hablar con la gente, pero no en comprar, y menos antiguedades que deberían estar en un museo etnografico tibetano inexistente. En fin, nosotros como siempre, haciendo amigos.
Volviendo al Potala resultan decepcionantes las condiciones de conservación. Se toman muchas precauciones para que nadie introduzca fuego y luego ves a un soldado chino paseando por algunas habitaciones llevando una especie de sartén con ascuas e incienso y aviva las brasas soplando.
Contradictoriamente a lo que pudieramos pensar de las pocas estancias que se visitan, algunas son en las que pasó parte de su infancia el actual Dalai Lama (el palacio blanco).
Mucha gente entra en ellas con gran devoción, nosotros tambien. Este edificio de 13 pisos que se eleba sobre la colina roja está ubicado donde anteriormente estubo el palacio del rey Songtsen Gampo, aunque el edificio actual se comenzó a construir en 1645. El Potala antigua sede del gobierno tibetano y residencia de invierno de los Dalai-Lamas se eleba sobre los edificios de Lhasa con sus 130 metros de altura y sus mas de 1000 estancias. Pintado en ocre y blanco está enmarcado por las montañas (a veces nevadas) del horizonte y recortado con magestuosidad contra el azul turquesa de un cielo en muchas ocasiones habitado por bandadas de mullidas nuves blancas.
Visitamos el palacio rojo, recinto dedicado antaño al culto religioso, donde podemos maravillarnos con las chörten (sepulcros) de los antiguos Dalai-Lamas. Fascinantes estupas forradas de oro, plata y piedras preciosas. Tambien se puede visitar la azotea, desde la que se tiene una vista panoramica de Lhasa así como de los monasterios de Drepung y Sera.
Si ayer decía que el templo de Jokhang es el alma del Tíbet, el Potala habría de ser la caja toracica que contiene el corazón...sin embargo esta bacía pues el corazón del Tíbet está desde hace 50 años en el exilio.
Tras la visita del Potala subimos a un mirador cercano al lugar en el que antaño estaba la puerta de entrada a la ciudad amurallada, desde el que se tiene una vista maravillosa (sin coches ni edificios) del palacio. Estas fotos no las veremos nunca, pues la tarjeta se estropeó y recuperarlas me cuesta tanto como volver a Tíbet.
De allí, nuestros impacientes guia y chofer quieren ir ya a comer. Nosotros creemos que aun no nos hemos ganado la comida y nos sentimos un poco incomodos por lo que le explicamos que nuestra intención es ver el Norbulingka ahora y luego que nos lleven al hotel. Al norbulingka tambien podríamos ir andando, pero alla que vamos con nuestro jeep. De camino pasamos junto a las estatuas doradas de dos inmensos Yaks.
A unos tres kilometros del Potala, el Norbulingka era la residencia de verano de los Dalai-Lama. Se trata de varios edificios distribuidos en un amplio parque. Solo un par de edificios son visitables y se encuentran en buen estado de conservación. La situación en la que se encuentra tanto el parque como el resto del complejo es, francamente, vergonzosa. La rabia que sentía al observar tanta desidia por parte del gobierno chino a la hora de conservar edificios tibetanos me impidió disfrutar mucho mas del lugar emblematico en el que estabamos.
Cuando terminamos la visita tenemos que esperar un rato al chofer que esta comiento. Cuando ya llevamos media hora esperando le decimos al guia que vamos a coger un taxi y entonces abisa al chofer. Nos llevan al hostal y le decimos que esta tarde visitaremos la ciudad solos, que mañana no necesitaremos chofer, pues visitaremos el templo Jokhang para el guia pero que cuando terminemos la visita también se marchará. No lo entienden y de nuevo, con Lee Jack comienza el camarote de los hermanos Marx. Como ya hemos dicho lo que teníamos que decir decidimos subir a la habitación y dejarlos charlando. Estamos agotados y solo son las 4 de la tarde. Notamos que la altitud nos agota. Descansamos un rato y como estamos ambrientos nos vamos a comer a un restaurante que Mael dice que es muy recomendado por nuestra guia, el Dunya. Tomamos unos thukpa (fideos con carne de yak), probamos el pan casero, unos momos y un shemre (arroz con carne de yak)...todo rico,rico...volveremos a comer aqui al menos tres veces mas.
Luego hacemos una mini siesta para evitar el sol abrasador y por fin visitamos la zona del Barkhor, que comprende la plaza y una serie de calles que rodean el Kora que hacen los peregrinos rodeando segun las agujas del reloj (para mantener el orden del cosmos) el templo de Jokhang, que viene a ser para los tibetanos como la basílica de San Pedro para los cristianos. Nos perdemos y comienza a llover. Cenamos en Dunya mientras hablamos de que nuestro guia parece un poco cansado de nosotros...y nosotros de el, y aun nos quedan demasiados dias. es un buen chico pero no entiende que nos entretengamos tanto ni que queramos verlo todo. Hoy en el Potala desapareció y nos dejó con el de las antigüedades, luego en el palacio de verano le pillé un par de mentiras pues en un momento dado nos dijo que no había nada mas que ver, nosotros insistimos en pasear por el parque y terminamos encontrando una capilla preciosa y frente a ella una fuente sin agua con la imagen de un dios cubierto por telarañas en el centro. ¿ignorancia o prisan?, no me ha gustado, ayer pasó algo similar en los monasterios. Debe entender que hemos hecho muchos kilómetros y que queremos disfrutar de lo que visitamos, sin prisas. ¡que royo estar obligado a llevar guia! Nos acostamos temprano, pero agotados.
14-05-2009
Esta noche tambien ha estado cargada de sueños y de sensación de falta de aire. Sera esto lo que les pasa a los oraculos. Hoy les he visto las caras a mis sobrinos Francisco y Ángela, que naceran a principios de septiembre. Son realmente guapos. tambien he soñado que hacia listas preparando el bautizo con mi cuñada Mari. Los niños serán hermosos y sanos, Mari carmen y mi hermano serán grandes padres.
Tras el desayuno vamos con nuestro guia al Templo de Jokhang. Ante la puerta dos grandes hornos artesanales queman ramitas e incienso que echan en su interior los peregrinos, un gran rulo de bronce con oraciones grabadas en su superficie es movido por los creyentes antes de adentrarse en el templo.
Ante la puerta principal los peregrinos rezan lebantandose con las manos juntas frente a la cara y sobre la frente para volver a postrarse de rodillas y estirarse boca a bajo tocando el suelo con la frente y apuntando con la punta de la palma de las manos, que permanecen juntas, hacia el interior del lugar sagrado. Se entra a un pario desde el que se puede subir a la terraza que rodea el recinto. La vista del Barkhor con su rio infinito de penitentes, de los tejados de Lhasa, del Potala y de la plaza serían espectaculares si no estubiesen enturbiados por la aberrante visión de los militares en los tejados y patrullando en grupos de formación entre los pelegrinos que se han de apartar a su paso enturbiando la paz espiritual que debe dar el kora. Los jefes militares se refugian bajo grandes sombrillas de playa donde a veces tienen una mesa y una silla en la que se sientan con el aire solemne de dictadores de republicas bananeras.
Tras el patio se entra al centro del templo, un recinto que se supone fue construido sobre un estanque para conmemorar el enlace de la princesa Wencheng (de la dinastía china de los Tang) con el rey Songtsen Gampo, en uno de los momentos de la historia de mas explendor y poder del Tíbet. En su interior se adora la estatua de oro macizo del buda Sakyamuni. El oscuro interior se visita, como todos los templos tibetanos, segun las agujas del reloj. Los peregrinos hacen una cola para realizar ofrendas y rituales ante sus dioses, los turistas pasamos a su lado. En el centro un grupo de monjes sentados recitan mantras. En un rincón hay una piedra con un agujero y se dice que si poner allí tu oido se escucha el agua del lago que hay bajo el templo. Nosotros no escuchamos gran cosa, la verdad. Sin embargo si que escuchamos lo que nos decían los ojos curiosos de aquellos peregrinos que nos observaban con la misma fascinación que nosotros a ellos. En ellos reside el verdadero Tibet aquel que no encontramos la primera vez que entramos a Lhasa. Son aquellos miles de hombres y mujeres que adornan su pelo, sus orejas y sus cuellos con los abalorios típicos de la comunidad a la que pertenecen. Han hecho cientos de kilómetros para postrarse humildemente ante sus dioses. Sus miradas cuentan que han tenido vidas largas y duras...y que desde luego los ultimos 50 años no han sido para ellos los mejores, hombres y mujeres extraños en su propia tierra. Con esta certeza salimos del templo, despedimos a nuestro guia hasta la mañana siguiente que saldríamos temprano hacia el lago Nam-tso, y nos metimos en el kora dejandonos arrastrar por esta marea humana, disfrutando de la gente, mirando los puestos que se distribuyen a su paso, donde se vende mantequilla, queso y otros productos de yak, donde hay ropas y tejidos, utensilios, té que se vende en una especie de bloques de ladrillo, tiendas para nómadas, verduras e incluso hay dentistas para sustituir cualquier diente en mal estado por uno de oro, en algunas paradas se pueden observar objetos de artesanía y autenticas antigüedades que el gobierno chino no hace por conservar: armaduras, caracolas ricamente talladas o adornadas, instrumentos hechos con craneos humanos, pinturas...verdadero museo antropológico y cultural de Tíbet, tambien este mercado tiene los dias contados debido a la inmigración china. Este será uno de los lugares mas tranquilos y hermosos por los que pasearé durante toda mi vida...hago una fotografia aun grupo de peregrinos a la vez que, sin pretenderlo, un militar sale tras ellos, me mira mal por que cree que la foto se la hacia a él. Guardo la cámara y cuando vamos a salir de la zona del Barkhor pasando junto a uno de esos pelotones militares que vigilan las entradas, un militar se acerca a mi y me pide que le enseñe la camara. angustiado le enseño las fotos que he hecho mientras digo en español que qué interes podía tener por fotografiar a los militares si me resultan tan abominables y fuera de lugar como un edificio de acero y ormigon en la serva. Me deja marchar. Cuando se lo contamos al guia al dia siguiente nos cuenta que podrían desde obligarnos a borrar la foto, hasta quedarse con la targeta de memoria o la cámara.
Comemos en una especie de pizzeria tibetana, buscamos un buen lugar para tomar un cafe tipo europeo (lo hemos intentado, y aunque esta bueno, el té con mantequilla de yak no es lo nuestro), luego volveremos al Barkhor de camino al hostal. Preparamos la mochila y nos acostamos pronto para estar descansados, pues los próximos dos dias estaremos de ruta por el norte de Lhasa.
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