SI NO SABES AMAR, TU VIDA PASARÁ COMO UN DESTELLO

sábado, 1 de mayo de 2010

PROYECTO DE FOTOGRAFIA CREATIVA: GÉNESIS DEL MAL

“¿A caso soy yo el guardián de mi hermano?“


Génesis 4,9



En las primeras páginas de la Biblia, en el libro conocido como Génesis, donde se narra la creación del mundo y del hombre, asistimos a la gestación del mal.



En un principio Yahvé creó el mundo y a los seres que en él habitan, luego, a su imagen y semejanza, del barro modeló a Adán y de una costilla de éste, a Eva y los dejó habitar el Jardín del Edén.



Dios, el Dios del antiguo testamento, un dios infantil, rencoroso y vengativo, padre intransigente con los errores de sus hijos, errores que él propicia por voluntad o negligencia, terminará expulsando a Adán y Eva del Edén, no sin antes condenar a Eva a “parir con dolor a sus hijos”.



Al este del Edén Eva parirá al primer hombre como tal, el primer hombre nacido de mujer, y lo llamará Caín. El segundo será Abel. Caín se dedicará a la agricultura, Abel a la ganadería.



Dios omnipresente, sin demasiadas ocupaciones en una época en la que el mundo es un mundo nuevo, alimenta, por divertimento, la cizaña entre los hermanos, mostrando una clara preferencia por el pastor antes que por el agricultor.



Pronto se desata la tragedia cuando Caín llevado por la ira y la envidia mata a Abel. Es en este momento, con el primer homicidio, aun más terrible y horroroso por haber sido perpetrado entre hermanos, cuando el mal se desencadena vinculándose al ser humano. El primer hombre resulta ser un homicida y esta tendencia a hacer el mal, quedará ligada durante toda la Biblia, a la naturaleza humana. Esta capacidad para hacer el mal será la simiente sobre la que se construirá una fe según la cual el ser humano necesitará de un ser superior que lo guíe, así, la condición de pecar se hace necesaria para que exista un Dios redentor.

Cuando Dios pegunte a Caín por Abel (como si  no fuese omnipresente) Caín respondera con otra pregunta:"¿a caso soy yo el guardian de mi hermano?"

Pero en el momento en que Caín y Abel luchan a muerte, ¿Dónde estaba ese Dios?, ¿A caso no veía lo que estaba ocurriendo? ¿A caso no podía intuir el terrible desenlace? ¿A caso no podría haberlo impedido? Sabiéndose instigador y cómplice en la muerte de Abel, este Dios terrible que no dudará en aniquilar ciudades de la faz de la tierra, no castiga con ira a Caín por haber asesinado a su predilecto Abel, es más, lo condena a vagar errante por el mundo pero para evitar que alguien lo asesine al conocer su acto terrible, para protegerlo, le marca la frente.



Según algunos eruditos, la marca que Dios colocó sobre la frente de Caín podría haber sido la letra hebrea “VAV”, que curiosamente viene a ser una coartada perfecta ya que según qué contextos esta letra puede significar un “Angulo muerto de Dios” un lugar en el que el mal y la oscuridad reinan porque él allí, no puede ver.



A partir de este momento la maldad humana será ampliamente representada en la Biblia necesaria para justificar la existencia de un Dios que juzga, perdona o castiga. El ser humano necesita a este ser superior para intentar corregir la tendencia al pecado inherente a su naturaleza. Pero a caso, lo que deja de lado la Biblia, es la capacidad que posee el hombre de ser una criatura capaz de hacer el mal tanto como de hacer el bien. La naturaleza humana es vil pero también puede ser sublime. El ser humano es capaz de las mayores atrocidades pero también de los actos más nobles y hermosos.



En este trabajo fotográfico nos proponemos mostrar las dos caras de esa naturaleza. El mal estará representado por la acción en sí, es decir, la muerte de Abel a manos de Caín. La belleza del ser humano estará representada por el ser humano en sí. Así, utilizando este mito, reflejo primigenio del mundo occidental durante siglos, para mostrar la maldad natural a la que tiende el ser humano nosotros a esta oscuridad del acto injustificable de Caín contrapondremos las luces en la concepción del hombre, que se tenía en el mundo clásico y en el renacimiento. Inspirados por la escultura clásica y renacentista italiana en la que el ser humano es el centro del universo, pretendemos buscar un equilibrio justo en la naturaleza humana, un equilibrio justo entre luces y sombras para representar este momento en el que tuvo lugar la génesis del mal.







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