VIAJE A ESTAMBUL (28 nov al 5 dic de 2005)
Introducción:
Todas las palabras poseen el don, la mágia, de transmitir, de comunicar...algunas por si solas no cuentan nada y es según se las va combinando, como si fuéramos alquimistas vertiéndolas en un crisol de infinitas permutaciones, cuando nos desvelan sus sentidos e intenciones, lo que pretenden contar, lo que encierran tras el dibujo.
Luego, están aquellas palabras cuyo significado va mas allá de lo que realmente significan, de lo que enuncian y dicen, mas allá de la definición que puede aportar el diccionario. Se trata de esas palabras que a cada uno de nosotros nos conectan con algo íntimo y subjetivo, quizás algo vivido, sentido, y por tanto es difícil que otros puedan llegar a entenderlo. Es el sentido oculto de las palabras. El sentido íntimo y personal que a la vez puede ser bello o triste.
Están también las palabras que conectan con la memoria colectiva del ser humano, y que casi por igual, a un gran número de personas, nos emocionan, nos erizan el bello con tan solo escucharlas, leerlas o pronunciarlas. Sería algo instalado en el subconsciente colectivo, algo así como el olor que en el campo se desprende de la tierra y los rastrojos mojados. Se trata de un olor tan antiguo, tan primigenio, que nos conecta con el origen, no solo con la infancia, también con momentos que los seres humanos hemos vivido como especie pero hace tantos años o siglos que hemos perdido el recuerdo y solo podemos rescatar sensaciones a través del olfato. Hay palabras que también poseen este poder. El poder del significado y del significante inabarcable mas allá de la unión de unas letras...Bizancio, Constantinopla, Estambul, son algunas de ellas. Nos arrastran en el tiempo, inflaman nuestra imaginación, nos traen ecos del pasado y tras ellas ocultan promesas de tiempos remotos, de épocas esplendorosas y decadentes, de imperios que se fraccionan o desaparecen y de otros que surgen, de aventureros, conquistadores y gobernantes de ensueño...de princesas surgidas de los cuentos de las mil y una noches...Cuando estas palabras se vinculan y encadenan a otras, nuestros sentidos se desbordan como la cera de las velas:el Cuerno de oro, el Bósforo, el mar de Marmara, Santa Sofía...son el mismo mar, las mismas piedras que han visto pasar personajes y épocas que han marcado la historia de la humanidad...historia acumulada en las orillas y en las ranuras.
Esta es la razón de que la primera vez que tube la oportunidad de salir de Europa, pensara en Estambul.
En verano de 2005 me había decidido por fin a comprar un piso. Concretamente fueron los acontecimientos, que se precipitaron y desencadenaron, para que el momento fuese el mas favorable. había ascendido en mi trabajo, tenía un mejor sueldo y la propietaria del piso del Raval (Barcelona) en el que vivía desde hacía dos años, me comunicó su intención de poner en venta el piso. Aunque siempre estuve enamorado de él desde que lo vi por su ubicación, la cantidad de luz que tiene, sus vigas de madera, su suelo antiguo y el barrio que me enamora y con el que tan identificado me siento, siempre me hice la promesa de que jamás compraría nada en Barcelona, pues algún día regresaría a mi tierra y una propiedad ata. El amor me pudo mas que la promesa, en cualquier caso nunca nada es definitivo así que lo compré. A pesar de que la compra de un piso es toda una aventura, no procede contarla aquí. Sin embargo, fue gracias a esto, que a principios de Noviembre me vi con un dinero inesperado (contradictorio pero real) y decidí gastarlo en un viaje. Debía ser un viaje especial, pues además quería compartirlo con mi novio Ismael y con mi hermana Gema. Gema y yo compartíamos este ser victimas del embrujo de Estambul, la ciudad de los tres nombres, por su historia, por sus monumentos y por sus obras de arte. El interés por la historia (carrera en la que, a propósito estábamos matriculados) nos había surgido en momentos diferentes de nuestras vidas (lógico, pues nos llevamos seis años) pero la responsable había sido la misma persona, una profesora del IES "El Colonial" de Fuente Palmera, donde habíamos estudiado. Maite, que así se llama esta profesora, posee el don que pocos educadores tienen, de poder transmitir la pasión que sienten por lo que enseñan, gracias a ella la Historia y la Historia del Arte, eran mundos fascinantes.
Así se fraguó nuestro viaje a los confines de Europa, a la ciudad Turca por la que caminaron emperadores, conquistadores y Sultanes, la ciudad situada entre dos continentes, frontera de Asia, la ciudad en la que la historia se convierte en mito y el mito en leyenda.
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