WERTHER
Este magnifico libro de Juan Wolfgang GOETHE (1749 – 1832 ), poeta alemán, el más grande de su patria y uno de los mas grandes de todos los países y épocas, autor de la obra maestra “FAUSTO”, comienza así:
“ He recogido con afán todo lo que he podido encontrar referente a la historia del desdichado Werther, y aquí os lo ofrezco, seguro de que me lo agradeceréis. Es imposible que no tengáis admiración y amor para su genio y su carácter, lágrimas para su triste fin.
Y tú, pobre alma que sufres el mismo tormento, ¡ojalá saques consuelo de sus amarguras, y llegue este librito a ser tu amigo, si por capricho de la suerte o por propia culpa, no encontrases otro mejor!”
Este es el prólogo del libro que Goethe escribió en 1771. A mi llegó “por capricho de la suerte” hace unos cinco años, de manos del propio Werther, al que descubrí entre las calles de Fuente Palmera y que había hecho de este, su libro de cabecera. Por aquel entonces ya lo habías leído mas de cinco veces y apasionado como en todo, me aconsejaste y me recomendaste esta historia que quizá en algún rincón de tu ser ya intuyeses que iba a ser la tuya.
Querido amigo, el tiempo ha transcurrido, y en estos últimos años, tu ausencia se ha hecho de plomo sobre mi alma. Tu recuerdo aun invade mi mente mucho más a menudo de lo que debería ser lo habitual en una mente sana, pero, al menos, ahora, soy capaz de comenzar a hablar sobre tu persona sin que la memoria se torne borrascosa y me impida concluir. Werther, te has hecho redondo e infinito en nuestro pecho. Voy escribiendo y si cierro los ojos puedo ver como si de un cine se tratase, sobre la pantalla que son mis párpados, escenas de tu vida que viví...los recuerdos ya no me queman ni me llenan de llagas el alma, ya logré ahuyentar las dudas y alejar las sombras de culpa. Fuiste el ultimo romántico de nuestro tiempo, el único que yo he llegado a conocer. Carlota apareció en tu vida y dejaste que se hiciera dueña de tu corazón, ella se instaló en él para pasar de ser mariposa que hace cosquillas con su travieso aleteo, a ser gusano que agujerea y devora. Nadie merece pisotear la pureza de un corazón, ella “...te ha desesperado. Y desesperar a un alma joven es un crimen que supera a todos los que ha cometido hasta ahora”*1. Bohemio, soñador, tenías por hobby hacer de celestina para conciliar palabras. PALABRAS. Probablemente la ultima persona que creía en las palabras como forma sincera, que no pueden ser maleables por los sofistas, del lenguaje de los sentidos. No obstante, por espontáneo medio de comunicación tu elegiste el abrazo. Hombre etéreo, volátil, tendente a tu estado natural de abrazo fetal, de bolita compacta, imperfecta por solitaria e individual que el amor corrige*2. El amor...mágia (con tilde, pues sin la tilde la mágia no tiene mágia)...y...muerte. Demasiado sentimiento, demasiado sensitivo un mortal cuerpo humano que nace a un mundo tan cruel e irreal por brutal, por impactante... He dudado mucho, a cerca de si aquellas conversaciones de borrachos y humos perezosos en una casita al borde de una piscina pudieron influir en algún sentido...Desde que te marchaste, ya jamás volvimos a reunirnos...ya aquellos días dejamos que se disolvieran en nuestras memorias...y no volvimos a hablar de la muerte de Dios, ni de existencialismo, ni de extranjeros, ni de lobos esteparios...a veces quiero creer en un Dios que acoja a aquellos que se van convencidos de que en la muerte no los espera nada ni nadie excepto los gusanos...pero durante estos años, en la soledad de las noches de mi habitación no te he imaginado en ningún paraíso, mi alma amordazada, dolorida ha hecho que te vea allí donde aquel día te llevamos para siempre...lúgubre, estrecho, frío y oscuro...de tu corona, guardo un clavel muerto entre las páginas de un libro que cuenta la historia de un joven romántico, un ser excepcional, que acaba con su vida de un disparo...me prometiste una bala, yo también te prometí cosas, cuando una amiga común me lo recordó a través de palabras que tu le diste para mi, primero reí, luego amargamente lloré...no supimos llorar por nuestras abuelas, pero si por tu cuerpo de filigrana roto tan temprano*3...no te juzgo...después de todo lo que hablamos no puedo hacerlo, cada uno es dueño de su destino, cada uno decide cuando abre la puerta, cada uno es señor para decidir si los que le rodean ya no son capaz de aportarle nada y por el contrario hacen de la vida algo más fútil, angustioso y vacío...
...al final te llevaron a La Casa de Las Mentiras...pero aquella noche, nosotros, no te dejamos solo...¿ oíste nuestras voces?, ¿pudiste reconocer tus versos en nuestros labios?...aquel iba a ser nuestro adiós hacia ti, el adiós de mucha gente que te quería brutalidades pero que quizá nunca penso en el poco tiempo que iban a tener para poder demostrártelo... desde entonces vives en mi mente, jamás fui capaz de decirte adiós, jamás fui capaz de intentar olvidarte: los muertos cuya ausencia me estigmatiza y me sangra están diluidos en mi persona.
Cuatro trocitos de papel y un libro de cuentos ( “Ojos de perro azul” de Gabriel García Marquez ) deshojado y sin dedicatoria, es la única prueba física que poseo para demostrarle al mundo que caminaste con tu pequeña y frágil figura de Don Quijote, por nuestras calles. Siempre encorvado, siempre abrazándote las entrañas, siempre con frío en el alma... A propósito, que también me dejaste varios libros que te presté pintorreados pues tenias esa maldita costumbre que a mi me jodía tanto, de subrayar en los libros palabras que no entendías o frases que te gustaban.
De los cuatro papeles, uno contiene tu firma y otro es un poema corto que le escribiste a la que estaba siendo últimamente tu mejor amiga.
En los otros dos papeles se repite el mismo poema con la salvedad de que en uno, me lo dedicas a mi, y el otro no tiene dedicatoria pero tiene un título. Una tarde, en mi cuarto, escribiste el primero e insististe en tu deseo de que pudiese salir publicado en El Colonial, delegaste en mi. Yo prometí, y dejé caer en olvido aquel trocito de papel que se perdió en el desorden de mi cuarto sin que yo llegara a leerlo. Semanas después, en la feria de Fuente Palmera, sentados en una terraza, me recordaste que debía publicarlo...intenté escusarme del poco interés prestado a la cuestión ( con dolor lo confieso), pero dijiste que el primero que me habías dado estaba incompleto. Me diste un nuevo papel, lo miré por encima antes de guardarlo y te comenté que no tenía título. Sugeriste que fuese yo el que se lo pusiese. La noche transcurrió, y en medio de una conversación me dijiste – Ese es el nombre de mi poema- me pediste el trozo de papel y lo escribiste.
Meses después, cuando volví a casa tras despedirte para siempre, recordé los trozos de papel y los busque...eran tan elocuentes, te habíamos prestado tan poca atención, a pesar de que tu eras el único eternamente sobrio...el propio momento: inadecuado, culpa, remordimientos y egoísmo, hicieron que aquel poema jamás se publicara en El Colonial...era lo único que yo tenía de ti y nadie más conocía...pero ahora comparto, tu poema y tu historia...no hemos sabido tenerte querido Werther.
Este magnifico libro de Juan Wolfgang GOETHE (1749 – 1832 ), poeta alemán, el más grande de su patria y uno de los mas grandes de todos los países y épocas, autor de la obra maestra “FAUSTO”, comienza así:
“ He recogido con afán todo lo que he podido encontrar referente a la historia del desdichado Werther, y aquí os lo ofrezco, seguro de que me lo agradeceréis. Es imposible que no tengáis admiración y amor para su genio y su carácter, lágrimas para su triste fin.
Y tú, pobre alma que sufres el mismo tormento, ¡ojalá saques consuelo de sus amarguras, y llegue este librito a ser tu amigo, si por capricho de la suerte o por propia culpa, no encontrases otro mejor!”
Este es el prólogo del libro que Goethe escribió en 1771. A mi llegó “por capricho de la suerte” hace unos cinco años, de manos del propio Werther, al que descubrí entre las calles de Fuente Palmera y que había hecho de este, su libro de cabecera. Por aquel entonces ya lo habías leído mas de cinco veces y apasionado como en todo, me aconsejaste y me recomendaste esta historia que quizá en algún rincón de tu ser ya intuyeses que iba a ser la tuya.
Querido amigo, el tiempo ha transcurrido, y en estos últimos años, tu ausencia se ha hecho de plomo sobre mi alma. Tu recuerdo aun invade mi mente mucho más a menudo de lo que debería ser lo habitual en una mente sana, pero, al menos, ahora, soy capaz de comenzar a hablar sobre tu persona sin que la memoria se torne borrascosa y me impida concluir. Werther, te has hecho redondo e infinito en nuestro pecho. Voy escribiendo y si cierro los ojos puedo ver como si de un cine se tratase, sobre la pantalla que son mis párpados, escenas de tu vida que viví...los recuerdos ya no me queman ni me llenan de llagas el alma, ya logré ahuyentar las dudas y alejar las sombras de culpa. Fuiste el ultimo romántico de nuestro tiempo, el único que yo he llegado a conocer. Carlota apareció en tu vida y dejaste que se hiciera dueña de tu corazón, ella se instaló en él para pasar de ser mariposa que hace cosquillas con su travieso aleteo, a ser gusano que agujerea y devora. Nadie merece pisotear la pureza de un corazón, ella “...te ha desesperado. Y desesperar a un alma joven es un crimen que supera a todos los que ha cometido hasta ahora”*1. Bohemio, soñador, tenías por hobby hacer de celestina para conciliar palabras. PALABRAS. Probablemente la ultima persona que creía en las palabras como forma sincera, que no pueden ser maleables por los sofistas, del lenguaje de los sentidos. No obstante, por espontáneo medio de comunicación tu elegiste el abrazo. Hombre etéreo, volátil, tendente a tu estado natural de abrazo fetal, de bolita compacta, imperfecta por solitaria e individual que el amor corrige*2. El amor...mágia (con tilde, pues sin la tilde la mágia no tiene mágia)...y...muerte. Demasiado sentimiento, demasiado sensitivo un mortal cuerpo humano que nace a un mundo tan cruel e irreal por brutal, por impactante... He dudado mucho, a cerca de si aquellas conversaciones de borrachos y humos perezosos en una casita al borde de una piscina pudieron influir en algún sentido...Desde que te marchaste, ya jamás volvimos a reunirnos...ya aquellos días dejamos que se disolvieran en nuestras memorias...y no volvimos a hablar de la muerte de Dios, ni de existencialismo, ni de extranjeros, ni de lobos esteparios...a veces quiero creer en un Dios que acoja a aquellos que se van convencidos de que en la muerte no los espera nada ni nadie excepto los gusanos...pero durante estos años, en la soledad de las noches de mi habitación no te he imaginado en ningún paraíso, mi alma amordazada, dolorida ha hecho que te vea allí donde aquel día te llevamos para siempre...lúgubre, estrecho, frío y oscuro...de tu corona, guardo un clavel muerto entre las páginas de un libro que cuenta la historia de un joven romántico, un ser excepcional, que acaba con su vida de un disparo...me prometiste una bala, yo también te prometí cosas, cuando una amiga común me lo recordó a través de palabras que tu le diste para mi, primero reí, luego amargamente lloré...no supimos llorar por nuestras abuelas, pero si por tu cuerpo de filigrana roto tan temprano*3...no te juzgo...después de todo lo que hablamos no puedo hacerlo, cada uno es dueño de su destino, cada uno decide cuando abre la puerta, cada uno es señor para decidir si los que le rodean ya no son capaz de aportarle nada y por el contrario hacen de la vida algo más fútil, angustioso y vacío...
...al final te llevaron a La Casa de Las Mentiras...pero aquella noche, nosotros, no te dejamos solo...¿ oíste nuestras voces?, ¿pudiste reconocer tus versos en nuestros labios?...aquel iba a ser nuestro adiós hacia ti, el adiós de mucha gente que te quería brutalidades pero que quizá nunca penso en el poco tiempo que iban a tener para poder demostrártelo... desde entonces vives en mi mente, jamás fui capaz de decirte adiós, jamás fui capaz de intentar olvidarte: los muertos cuya ausencia me estigmatiza y me sangra están diluidos en mi persona.
Cuatro trocitos de papel y un libro de cuentos ( “Ojos de perro azul” de Gabriel García Marquez ) deshojado y sin dedicatoria, es la única prueba física que poseo para demostrarle al mundo que caminaste con tu pequeña y frágil figura de Don Quijote, por nuestras calles. Siempre encorvado, siempre abrazándote las entrañas, siempre con frío en el alma... A propósito, que también me dejaste varios libros que te presté pintorreados pues tenias esa maldita costumbre que a mi me jodía tanto, de subrayar en los libros palabras que no entendías o frases que te gustaban.
De los cuatro papeles, uno contiene tu firma y otro es un poema corto que le escribiste a la que estaba siendo últimamente tu mejor amiga.
En los otros dos papeles se repite el mismo poema con la salvedad de que en uno, me lo dedicas a mi, y el otro no tiene dedicatoria pero tiene un título. Una tarde, en mi cuarto, escribiste el primero e insististe en tu deseo de que pudiese salir publicado en El Colonial, delegaste en mi. Yo prometí, y dejé caer en olvido aquel trocito de papel que se perdió en el desorden de mi cuarto sin que yo llegara a leerlo. Semanas después, en la feria de Fuente Palmera, sentados en una terraza, me recordaste que debía publicarlo...intenté escusarme del poco interés prestado a la cuestión ( con dolor lo confieso), pero dijiste que el primero que me habías dado estaba incompleto. Me diste un nuevo papel, lo miré por encima antes de guardarlo y te comenté que no tenía título. Sugeriste que fuese yo el que se lo pusiese. La noche transcurrió, y en medio de una conversación me dijiste – Ese es el nombre de mi poema- me pediste el trozo de papel y lo escribiste.
Meses después, cuando volví a casa tras despedirte para siempre, recordé los trozos de papel y los busque...eran tan elocuentes, te habíamos prestado tan poca atención, a pesar de que tu eras el único eternamente sobrio...el propio momento: inadecuado, culpa, remordimientos y egoísmo, hicieron que aquel poema jamás se publicara en El Colonial...era lo único que yo tenía de ti y nadie más conocía...pero ahora comparto, tu poema y tu historia...no hemos sabido tenerte querido Werther.
TENDENCIAS SUICIDAS
Todo suicida que se precie
sin importar raza o especie
suele tener los motivos
por los que no sigue vivo
tras un transparente tul
escondidos.
Que el viento al mover un pliegue
de esa cortina de nieve
perturbe a quien por momentos
se diga: -¡ya lo comprendo!-
y vuelva el juicio a tener
confundido.
zyrvs
*1 Albert Camus, “CALÍGULA”.
*2 Eduardo Galeano, “Memoria del Fuego: I Los Nacimientos “(Los amantes) – Los amantes son dos por error que la noche corrige –
*3 Miguel Hernández, “Elegía”
sin importar raza o especie
suele tener los motivos
por los que no sigue vivo
tras un transparente tul
escondidos.
Que el viento al mover un pliegue
de esa cortina de nieve
perturbe a quien por momentos
se diga: -¡ya lo comprendo!-
y vuelva el juicio a tener
confundido.
zyrvs
*1 Albert Camus, “CALÍGULA”.
*2 Eduardo Galeano, “Memoria del Fuego: I Los Nacimientos “(Los amantes) – Los amantes son dos por error que la noche corrige –
*3 Miguel Hernández, “Elegía”
(Publicado en el Periodico de F. Palmera El Colonial)
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