En la habitación de nuestro
apartamento de Ibiza, mientras se despedía de mi hermana y de mi, aquel hombre
extraordinario de ojos tan azules como profunda la tristeza que los habitaba,
tras haber sido inmensamente bondadoso con nosotros contándonos su vida…aquel
niño del tatuaje en el antebrazo, que a si mismo se autodenomino hijo de la
niebla y al que yo rebauticé como hijo de la fortuna, o el niño que perdió el
miedo a vivir, me miró a los ojos y me preguntó:
_ Y tu, ¿por qué estas haciendo
esto?...y guardé silencio, y como hago muchas veces contesté cualquier cosa que
sonara firme y convincente.
Mi hermana, mientras tomábamos una cerveza en la ciudadela, bajo
un cielo azul turquesa típico de cualquier estampa de isla mediterránea, con la
ciudad de Ibiza a nuestros pies, me insistió.:
_ No contestaste a lo que te
preguntaba…el motivo por él que estas haciendo esto, tu motivo personal.
Mi hermana quería saber algo que
ella misma, mi misma familia, en carne viva, había vivido a lo largo del ultimo
año… y no era consciente ella que siempre me ha acompañado ilusionada con cada
uno de nuestros viajes, viajes que además de a pueblos y ciudades, nos han
hecho viajar en el tiempo y también hacia lo mas profundo del espíritu humano,
a aquel lugar en el que reside la memoria, el origen de la maldad y sobre todo
al lugar en el que se materializa aquello que nos hace humanos a través del
recuerdo, de la perseverancia, de la bondad, de la esperanza, del amor…que yo
salí a los bosques en busca de aquel sentimiento primigenio que no era otro que
el de sobrevivir ante la adversidad cuando absolutamente todo, esta en tu
contra.
…el viaje no ha hecho mas que
comenzar…próximas paradas: Israel y Serbia.