De nuevo la mochila a punto y el cosquilleo en los pies por las ganas de comenzar a caminar, el alma ansiosa por empaparse de las tierras, las gentes y las emociones que están por llegar…en el horizonte, de nuevo, nombres y lugares evocadores que nos arrastran hacia un pasado fascinante…la Damasco de los Omeyas, de ella dijo Mark Twain que no mide el tiempo por días meses y años, sino por imperios que ha visto nacer y desmoronarse...”pase lo que pase Damasco está ahí”... , caminaremos las ruinas de la antigua Palmira, en plena ruta de la seda esta ciudad de cuento fue condenada al olvido por el intento de la bella y legendaria reina Zenobia de transformarla en capital de un imperio que se sublevó contra Roma, la soberbia se castigó con la devastación y hoy tan solo es un eco apagado de su época de esplendor y sus ruinas luchan altivas para evitar ser devoradas por el desierto.
Entraremos por segunda vez en Jordania y muy probablemente no podremos evitar emocionarnos cuando tras caminar una abrupta y estrecha garganta de piedra tengamos ante nuestros ojos la capital del reino de los Nabateos, Petra, desaparecida de la memoria de los hombres hasta que Jean Louis Burckhardt la descubriera en 1812 escondida entre montañas y con un único acceso, la ciudad, tallada en la roca viva, ha fascinado desde entonces a aventureros y viajeros.
Nos adentraremos en Wadi Rum, el hermoso desierto rosa del sur de Jordania y tras pasar unos días en él, nos bañaremos en el Mar Muerto, oasis en nuestro camino, antes de cruzar la frontera hacia Israel por el puente del rey Hussein a través de Cisjordania hasta llegar a una de las ciudades mas sagradas del mundo, Jerusalén ("Si alguna vez te olvidase, oh Jerusalém, que me falle la diestra; se me pegue la lengua al paladar si no te recuerdo..." salmo 137).
En Jerusalén nos encontraremos con Martina (mi suegra) y haremos una ruta por los principales lugares Bíblicos y Cristianos como Belén, el Río Jordán, Nazaret o el Mar de Galilea, también visitaremos otras ciudades como Cesárea y la ciudad árabe Acre, antes de llegar a Tel Aviv y regresar a casa.
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