Nosotros, los habitantes de Fuente Carreteros, no somos de este lugar…pero ya no lo recordamos. Los bisabuelos de nuestros bisabuelos, aquellos a los que la memoria popular se refiere como “los antiguos”, abandonaron sus tierras de origen y a sus familias y con a penas la ilusión por atillo emprendieron una odisea que los llevó a cruzar media Europa a pie hasta alcanzar los puntos de encuentro desde los que eran embarcados rumbo al paraíso terrenal que prometía en Andalucía el rey ilustrado de España. Cantos de sirena endulzados por un tal Turrieguel al que la historia daría su merecido ya que lo que les esperaba era un clima de calor inhóspito al que no estaban acostumbrados y una tierra dura y yerma en la que no parecían poder habitar mas que jaramagos y lagartijas. Porque nadie emigra por placer, se quedaron…su sudor y su sangre derramados durante generaciones bajo un sol de justicia hicieron fértiles estas tierras, aquí engendramos a nuestros hijos y enterramos a nuestros seres queridos y por eso este lugar minúsculo en algún punto intermedio entre Palma del Rió y Écija, donde el agua es mas valiosa que el oro, ahora nos pertenece…nuestro hogar, nuestra tierra.
De los antiguos conservamos algunos apellidos del todo extraordinarios en estas latitudes (el de mi abuela paterna por ejemplo era Farnes, aunque también hay Hilinger o Hens, por nombrar algunos). También nos quedaron sus rasgos y aunque un servidor no sea un buen ejemplo, mi abuelo paterno era rubio y de ojos azules y estos caracteres aun pueden apreciarse mucho en este pueblo cercano a Córdoba en la que lo usual son hombres y mujeres de pelo, tez y ojos oscuros herencia de la época musulmana. También nos dejaron algunas tradiciones que reproducimos sin saber el origen exacto: en pascua los niños se cuelgan al cuello huevos duros coloreados y metidos en bolsas de ganchillo (en algunos países de centro Europa como Alemania y Austria en estas fechas se adornan huevos pero en Córdoba no existe una tradición similar), en carnaval nosotros nos disfrazamos en pequeños grupos de “mascaras”: monigotes irreconocibles y deformes recubiertos de cabeza a pies de trapos viejos y cuyo aliciente es no ser reconocido mientras paseas por el pueblo representando una situación jocosa y burlona al grito repetitivo de “curú-curú”.
Pero la verdadera seña de identidad para los Carretereños son dos danzas: El Baile del oso (jamás en estas latitudes se vio uno), consistente en un hombre disfrazado toscamente de oso y controlado por un domador que a la vez lo domina y lo hace bailar al ritmo de un pandero mientras los niños mas atrevidos martirizan al pobre animal mientras que los mas prudentes lo observan a distancia o lloran de terror. Su origen parece estar en algúna población del Tiról donde tiene lugar un ritual muy similar para ahuyentar espíritus y escenificar el dominio del hombre sobre la naturaleza o la victoria de la fértil primavera sobre el estéril invierno. Pero sin lugar a dudas la más colorista y fascinante es LA DANZA DE LOS LOCOS, al igual que la anterior ambas se representan el 28 de diciembre, día de los santos inocentes. En esta última un grupo de siete hombres visten trajes coloridos con faldas y cintas cruzadas en el pecho repletas de abalorios. En las manos unas castañuelas con lazos de colores, en la cabeza un llamativo pañuelo. Se trata de una danza frenética en la que seis de estos hombres saltan y realizan una serie de cruces en torno a uno de menor estatura (la loquilla) arropados todos por los sonidos repetitivos, casi hipnóticos, místicos, de los músicos (pandero, guitarras, carrasquiña y platillos). La obligación marcada por Carlos III de que aquellos colonos que habitaran estas tierras habían de ser Cristianos transformaron esta danza, que posee claros tintes paganos, en una danza de carácter y simbolismo católico según el cual se baila el 28 de diciembre por que hace referencia al día en que el rey Herodes mandó asesinar a todos los recién nacidos de Belén. Los hombres danzantes representan a las madres de los niños asesinados, que, enloquecidas, danzan en torno a la loquilla, representación del niño Jesús, para protegerlo. Sin embargo la complejidad de los pasos de la danza hacen pensar en otro tipo de simbolismo primigenio y pagano como danzas dedicadas a dioses antiguos de la fertilidad, como ya apuntara en algunas de sus investigaciones Antonio Jiménez Morello.
Por último señalar que la historia de mi pueblo resulta fascinante y aunque hoy en día continua siendo difícil ubicarlo en un mapa de España, su fundación estuvo muy vinculada a episodios nacionales de gran relevancia…la supervivencia de los colonos en estas tierras así como la epopeya para llegar a ellas es una historia a la que aun no se le ha hecho justicia para la importancia que tubo en su época…como ejemplo diremos que fue en estas colonias donde la enseñanza primaria fue publica y obligatoria por primera vez. Para aquellos que estén interesados añadiré algunos capítulos del libro “NARANJAS” de Caín Tadeo Omeya, sobre el tema.
De los antiguos conservamos algunos apellidos del todo extraordinarios en estas latitudes (el de mi abuela paterna por ejemplo era Farnes, aunque también hay Hilinger o Hens, por nombrar algunos). También nos quedaron sus rasgos y aunque un servidor no sea un buen ejemplo, mi abuelo paterno era rubio y de ojos azules y estos caracteres aun pueden apreciarse mucho en este pueblo cercano a Córdoba en la que lo usual son hombres y mujeres de pelo, tez y ojos oscuros herencia de la época musulmana. También nos dejaron algunas tradiciones que reproducimos sin saber el origen exacto: en pascua los niños se cuelgan al cuello huevos duros coloreados y metidos en bolsas de ganchillo (en algunos países de centro Europa como Alemania y Austria en estas fechas se adornan huevos pero en Córdoba no existe una tradición similar), en carnaval nosotros nos disfrazamos en pequeños grupos de “mascaras”: monigotes irreconocibles y deformes recubiertos de cabeza a pies de trapos viejos y cuyo aliciente es no ser reconocido mientras paseas por el pueblo representando una situación jocosa y burlona al grito repetitivo de “curú-curú”.
Pero la verdadera seña de identidad para los Carretereños son dos danzas: El Baile del oso (jamás en estas latitudes se vio uno), consistente en un hombre disfrazado toscamente de oso y controlado por un domador que a la vez lo domina y lo hace bailar al ritmo de un pandero mientras los niños mas atrevidos martirizan al pobre animal mientras que los mas prudentes lo observan a distancia o lloran de terror. Su origen parece estar en algúna población del Tiról donde tiene lugar un ritual muy similar para ahuyentar espíritus y escenificar el dominio del hombre sobre la naturaleza o la victoria de la fértil primavera sobre el estéril invierno. Pero sin lugar a dudas la más colorista y fascinante es LA DANZA DE LOS LOCOS, al igual que la anterior ambas se representan el 28 de diciembre, día de los santos inocentes. En esta última un grupo de siete hombres visten trajes coloridos con faldas y cintas cruzadas en el pecho repletas de abalorios. En las manos unas castañuelas con lazos de colores, en la cabeza un llamativo pañuelo. Se trata de una danza frenética en la que seis de estos hombres saltan y realizan una serie de cruces en torno a uno de menor estatura (la loquilla) arropados todos por los sonidos repetitivos, casi hipnóticos, místicos, de los músicos (pandero, guitarras, carrasquiña y platillos). La obligación marcada por Carlos III de que aquellos colonos que habitaran estas tierras habían de ser Cristianos transformaron esta danza, que posee claros tintes paganos, en una danza de carácter y simbolismo católico según el cual se baila el 28 de diciembre por que hace referencia al día en que el rey Herodes mandó asesinar a todos los recién nacidos de Belén. Los hombres danzantes representan a las madres de los niños asesinados, que, enloquecidas, danzan en torno a la loquilla, representación del niño Jesús, para protegerlo. Sin embargo la complejidad de los pasos de la danza hacen pensar en otro tipo de simbolismo primigenio y pagano como danzas dedicadas a dioses antiguos de la fertilidad, como ya apuntara en algunas de sus investigaciones Antonio Jiménez Morello.
Por último señalar que la historia de mi pueblo resulta fascinante y aunque hoy en día continua siendo difícil ubicarlo en un mapa de España, su fundación estuvo muy vinculada a episodios nacionales de gran relevancia…la supervivencia de los colonos en estas tierras así como la epopeya para llegar a ellas es una historia a la que aun no se le ha hecho justicia para la importancia que tubo en su época…como ejemplo diremos que fue en estas colonias donde la enseñanza primaria fue publica y obligatoria por primera vez. Para aquellos que estén interesados añadiré algunos capítulos del libro “NARANJAS” de Caín Tadeo Omeya, sobre el tema.
Estás tan loco como ellos,eres algo especial.
ResponderEliminarMe encanta tu locura.